jueves, 3 de abril de 2014

I never had the nerve to make the final cut.

Cuando se supone que todo lo que tienes debería hacerte feliz y no lo hace...
Entonces te vas al carajo.

Estoy estudiando algo que "quiero", tengo una pareja que me hace infinitamente bien, mi peso -cincuenta y cuatro- es considerado normal en mi pequeño cuerpo y no luce tan espantoso, los problemas en casa han disminuido bastante, entonces ¿qué rayos sucede?

No me motiva ir a la universidad. He faltado muchas veces, y ahora me da miedo echarme un ramo sólo por inasistencia, sería incapaz de resistir estas asignaturas otra vez. Me agobian los horarios, mis compañeros, los viajes. Estoy saturada. Lo único que quiero es que estos años pasen lo más luego posible. 

Los cincuenta y cuatro kilos me pasan la cuenta. Ya no los quiero, ¡llévenselos! Siento que me he vuelto más pesada y mi antiguo estado de "liviandad" grita por regresar.  Estos días mi ansiedad ha aumentado un mil por ciento, cada día como más y no entiendo por qué no puedo parar. Me propongo atenerme a una dieta sana, pero no lo logro y me frustro y lloro y ¡joder! maldita existencia

Si bien mis padres continúan discutiendo, ya no tengo que presenciar sus espectáculos, pues están más sosegados y han aprendido a resolver sus problemas sin involucrar ni a mis hermanos ni a mí. 

Me cuesta escribir, estudiar, vivir, escribir, escribir, escribir.
todoesinútil-.

domingo, 18 de agosto de 2013

Has your body been hollowed by the breeze?

Mi mente es un torbellino de problemas autoimpuestos. A mi vida familiar le explotó el motor izquierdo de su avión cerebral y va en picada contra suelo, culpándome a mí por ser designada como capitán. Por más hierba que pueda haber consumido durante esta semana, no hay nada que me provoque formatear temporalmente mi mente como el alcohol, y necesito algo más... éxtasis. Le digo adiós a las calorías, le digo adiós a trigonometría -estoy entendiéndote-, le digo adiós a quien intente detenerme, le digo adiós y mando al carajo a todo aquello que me hizo sentir viva. Me quedo entre el desorden de mi habitación, los susurros de la brisa nocturna y el grito que intenta ser ahogado por mis simuladas ganas de hipomanía. No quiero que nada me haga existir.

"The loneliest moment in someone's life is when they are watching
their whole world fall apart, and all they can do is stare blankly."

- F. Scott Fitzgerald, The Great Gatsby.   

domingo, 11 de agosto de 2013

Heaven is my baby, suicide’s her father, opulence is the end.

Ya no me siento tan avergonzanda por lo que narraré, aunque, según Bellatrix y Daniela, no existe ninguna razón para estarlo, pero de todas formas... Me cohibe -sí, claro- escribir sobre ello por las personas involucradas, su relación conmigo y los, relativamente, últimos acontecimientos.

Les conté que hubo una junta de primos en mi casa. Entre uno de mis primos, hay un primo que no es primo. Lo entienden, ¿no? Todos tenemos uno/a de esos. Con ese primo, dígase Víctor, siempre... jugamos. No, no es nada sexual, pero sí nos tiramos la pelota entre nosotros, cuando podemos, y nos divertimos. Ese sábado el juego subió un poco de nivel. Hubo un momento en que nos quedamos solos en mi habitación y comenzamos a molestarnos: él me quitó algo, se lo guardó en sus bolsillos y yo metía mis manos en ellos para recuperarlo. Él, por su parte, me sujetaba de la cintura con tal de que no le arrebatara lo que me había "robado" -ya ni me acuerdo qué era-. Entre todo este jugueteo, yo quedé debajo de él, acostada en mi cama. Víctor me sujetaba las muñecas con sus manos y había demasiada proximidad y tensión y ganas de hacer algo... Sin embargo, no sucedió nada. A pesar de tener mi mente muy relajada, aún tenía pleno conocimiento de adónde terminaría todo si yo me atrevía a realizar algún movimiento, y él también lo sabía. No negaré que tal vez en un futuro, quizás un año más -él es menor que yo-, pase algo entre nosotros, un algo relajado, un algo del momento, un algo ocasional. Y no me arrepentiré de ello. Por ese mismo algo ahora estoy escribiendo de él.

Otro fantasma del pasado, asimismo, hizo presencia con un acercamiento corporal demasiado peligroso hace no menos de dos semanas. Una mini ficha personal antes de lo sucesos: es compañero de mi hermano, lo conozco hace mucho tiempo, está pololeando -al igual que mi no primo-, lo odio en las redes sociales, me agrada en persona. El tiempo que lo conozco es casi equivalente al tiempo del tonteo que llevamos -ese "llevamos", iugh-. Como niño que intenta pasar desapercibido después de romper algo, el retorno de ciertas actitudes volvieron a nacer después de muchos meses apagadas por una indiferencia mutua. 

Estaba en la cocina cuando llegó a molestar, le respondí como suelo hacerlo cada vez que hablo con él: de la forma más mordaz posible, pero Esteban no se rinde tan rápido y gusta de verme provocándolo también, así que comenzó a tocarme y yo me quejé por ello. Puede leerse un poco extraño, pero no me gusta que me toquen, me hace sentir incómoda, y, cuando lo hacen, tiendo a reaccionar de manera arisca. Del toque con el dedo índice evolucionamos hasta las cosquillas en mi abdomen mientras él se posicionaba detrás de mí. Me giré y quedó atrapado entre el lavavajillas y yo. Hasta este punto estamos "bien", "normal". Su próximo movimiento es el que puso la situación en un estado de excitación que rompió los parámetros de cotidianidad: me acercó más a él colocando su mano en la parte baja de mi espalda; nuestras caderas completamente juntas y nuestros rostros demasiado cerca... Y se abre la puerta de la cocina y entra triunfalmente mi hermano. Intentamos actuar con normalidad y, aunque seamos los peores actores del mundo, ¡no es importante!, porque mi hermano es el hombre más distraído que puedes encontrar -y no es por subestimarlo-.

La historia con Esteban no acaba ahí, no señores. Durante esta semana, en el metro, las distancias entre nosotros se redujeron creando un viaje cargado de un clima en que yo, quizás por la hora, quizás por el momento, quizás por el no sé qué, me ponía nerviosa y tenía que morderme el labio para no comenzar a reír. No quiero nada con él, pero tampoco puedo evitar seguirle el juego porque, me gusta el hueveo. Así de simple. Menos aún lo puedo proyectar como algo fortuito porque: 1. Lo veo todos los días. 2. Es este tipo de hombres. Son estas mismas dos razones las que lo diferencian de Víctor. Rien à faire.

Me gusta enumerar las cosas que sucedieron estos días cuando siento que no tengo tantos recuerdos acumulados. Veamos.

1. Estuvo esto de Esteban.

2. Vi a mi psicóloga y me hizo un informe realmente decente y la sigo amando mucho a pesar de que me haya dicho "la vida está llena de injusticias" como si yo no lo supiera.

3. He realizado considerables avances en la biografía, lo cual me deja un poco más tranquila, creo.

4. Obtuve una buena calificación en una prueba bipersonal que realicé junto a Bellatrix, yay.

5. Me enfurecí con mi "profesor" de lenguaje que, por una calentura con una de mis compañeras, le puso más nota a ellas -el trabajo era grupal- que a otras en que su documental era mucho, mucho mejor, ¡y todo porque este tipo salió con mi compañera el fin de semana y fueron a un bar y se besaron y ag, qué poco ético de su parte! Me causa mucho rechazo. I want revenge -even if this case  doesn't affect me directly-.

6. Cumplí cuatro de los cinco días de ayuno, un día consumí 390 calorías aproximadamente, y el fin de semana ha sido desayuno-almuerzo, tal como lo había planeado.

7. Estuve frustrada por no haber sabido organizar bien mi tiempo cuando rendí un control de lenguaje PSU. Me faltaron muchas preguntas por responder y salí casi con depresión cuando entregué la hoja de respuestas. Me jodió mucho eso.

8. Un niño del preuniversitario me invitó a tomar un café o un jugo, acepté su invitación y acordamos ir el Miércoles.

Esta entrada, en su gran mayoría, está llena de suposiciones; qué detestable que sea así. Pero claro, son las aristas del cubo a partir de todas las acciones que se han dado a lugar. Ahora me queda por preguntar, ¿cuánto pasará antes de que cualquiera cruce la línea no establecida entre...?

Saudade.

domingo, 4 de agosto de 2013

Me caga que me expliquen cómo es el mundo si al final todos están equivocados, todos a la vez.

Cobarde.
— ¿Por qué dices eso?
Porque lo eres. Y es mejor que te diga eso a que te rompa las bolas.

No soy una persona violenta, lo juro. Pero cuando un hombre se comporta como lo hizo este... animal con una amiga, no puedo evitar quedarme de brazos cruzados mientras el otro se retuerce en su laguna de chocolate.

No logro entender el miedo de los hombres a enfrentarse a ciertas situaciones, sobre todo las que son de ámbito amoroso. Huyen despavoridos en vez de cerrar el ciclo, y no hay nada que me moleste más que eso, ya que quedas flotando en el aire sin alas que te sostengan ni gravedad que te soporte, casi irreal. Como experiencia propia, el año pasado me vi envuelta en una situación bastante engorrosa, y que, desafortunadamente, tardíamente me di cuenta de ello. "Pistas de blue", apodo que Bellatrix le designó al susodicho, evitó hasta por donde no tenía escapatoria con tal de no dar una respuesta certera, prolongó el momento del rechazo y, finalmente, nunca pronunció palabra, ni por facebook ni a la cara ¡ni nada! Casi lo mismo le ha sucedido a una amiga recientemente con una tesitura un poco más compleja debido a que hubo una mini relación de por medio, pero esto no resta que logro comprender en cierto grado -uno muy alto- su frustración.

Daniela le envió mensajes para que se juntaran a conversar porque nadie entendía qué diantres había sucedido, él los veía pero no contestaba; él se escabullía con tal de no encontrarse con nosotras en el preuniversitario; él encontraba excusas para no hablar el tema. Cobarde. Es la única palabra que se me viene a la mente y unas ansias asesinas se apoderan de mis pensamientos. ¡Y después dicen que las mujeres son las complicadas! Son ellos los que enredan en su propio ovillo de lana que simulan estar tejiendo -¡ellos no saben tejer!- y rehusan hacerle frente a la mujer porque... ¿pensarán que les va a hacer un escándalo? Lo siento, sigo teniendo fe en los hombres y no creo que su mente se reduzca a tal idea. Sin embargo, no logro entender esa actitud. Así que lo único que me queda es increpar a un hombre-nadie que no leerá esto: ¿Usted se cree macho alfa? Pues demuéstrelo y aprenda a cerrar puertas y ventanas como corresponde y no dejándolas entreabiertas. No todo es drama, no todo es escándalo, no todo es película romántica cliché con su infaltable escena en que la pareja pasa por un momento complicado. Cariño, bájese de las nubes y vuelva a la realidad. No le niego que aquí mordemos, pero también entendemos -pensamos con una cabeza distinta a la suya-.

Algo bonito sucedió el día que comienza con J de Joaquín Sabina. Mientras iba en el metro, camino a la hora con mi doctora, me encontré con una de esas casualidades que te animan a sobrevivir durante la jornada. Había un joven. Estaba yo. Juntos. Esquivábamos nuestras miradas en tanto yo jugaba a observar a la gente e intentaba, cuando ellos se percataban de mi intrusión, a no cortar el contacto visual hasta que algunos, intimidados otros divertidos, se daban por vencido y sus párpados se deslizaban hacia abajo. 

No jugaba con él; me limitaba a verlo de perfil cuando la valentía me lo permitía o, cuando giraba mi cabeza hacia un punto en diagonal, él quedaba dentro de mi campo visual. Él, por su parte, hacía lo mismo y yo sonreía nerviosamente, procurando no hacerlo y mordiendo mi labio inferior con tal de mantener la compostura. A veces topábamos miradas y, en una competencia de quien desvía la mirada primero, nos erguíamos y fijábamos nuestros ojos hacia adelante. Todo el trayecto fue así. 

Cuando íbamos en Tobalaba decidí hacer algo en el momento que me bajara, siempre y cuando él no lo hiciera antes. Llegamos a Alcántara, mi estación, y apenas el carril de metro se detuvo, me giré y despedí con un "adiós". Él sonrió y yo le correspondí a esa suave curva de afabilidad.

Sí, fue un flirteo, pero no con insinuaciones sexuales ni miradas provocativas, sino cargado de sonrisas que intentaban pasar desapercibidas, miradas de reojo y vergüenza al ser pillada en el acto de estar observándolo o cuando era él quien estaba observando. Fue una coquetería adorable, cosas sencillas que de vez en cuando se extrañan de experimentar. Un amor de metro que sólo quedará en eso... En eso y en una despedida con una sonrisa sincera llena de complicidad.

Mi cita con la psiquiatra fue un total desastre. Si antes no era de mi agrado, ahora sencillamente la detesto. No le importó que hubieran transcurrido un mes desde que no nos veíamos, no le importó saber las razones de por qué esta semana me había sentido como la mierda ni que casi todos los días me encerraba en los baños del liceo con tal de desahogar algo que ni siquiera yo entiendo. No, no le importó. ¿Por qué? Porque estaba apurada. ¡Qué ganas de haberme parado y mandarla al carajo cuando decía "ya, pero resuma, más rápido, ¿en qué termina?"! Me encantan sus métodos tan deferentes, amada doctora.

Me escribió un certificado indigno para el liceo, poco serio y desordenado y que, la información que contenía, no era nada que no haya leído antes, nada que mis anteriores psiquiatras no hayan manifestado. Le pedí que hiciera hincapié en lo que respecta a la rendición de pruebas y su opinión acerca de cuál sería la manera más óptima de que yo pudiera terminar el año y, ¿qué hizo? ¡Me preguntó a mí qué escribir cuando es ella la profesional! Y, no sé qué se le habrá pasado por la cabeza, pero optó por escribir: "dar la posibilidad a Cassie de rendir pruebas con sus compañeras". Really? ¿Es un broma? Al liceo no le preocupa eso, lo que le importa es cómo serán distribuidas mis notas y el sobrecargo máximo que se me puede exigir a causa de mi "condición". Me parece que es algo obvio que realizaré los exámenes junto a mis compañeras. Su flamante informe finalizaba de la siguiente forma: "y (que yo) apruebe cuarto medio". ¡Eso es una súplica inútil! Como si el liceo me promoviera solo por estar desequilibrada.

Si algo puedo rescatar -vamos, intento ser positiva- de todas las boberías que dijo en esos veinte minutos de consulta, en donde diez se dedicó a hacerme la receta de todos mis medicamentos y escribir diez líneas como "informe psiquiátrico" de mi estado actual, fue que me aclaró que mis padres no me pueden amenazar, si yo me quiero ir de casa, con poner una constancia en carabineros y que estos me internarían en el hospital de avenida La Paz -muy tétrico para quien no lo conoce-, ya que, al ser mayor de edad, se necesita de mi consentimiento, esté o no esté loca. Y si, en el hipotético caso, ellos hacen eso, los puedo demandar. Que sean los tutores responsables de mi vida por ser inestable no significa que me pueden manipular cual titiritero. "Será un secreto entre nosotras", dijo. La información es poder.

El Jueves el vaso rebalsó de tanta agua salada acumulada. La vida me aplastó contra el asfalto hasta hundirme en el centro de la Tierra, sin embargo el dolor intentó no arder entre tanto fuego y mis tres, casi cuatro en ese momento, días de ayuno intentaron mitigar las llamas de mi infierno mental.

Fue tanto el enfado que sentía que, cuando salí de la consulta, no me importó estar rodeada de gente, tanto en el metro como en la micro, y me largué a llorar como si me hubiesen informado que un familiar muy cercano hubiese muerto en circunstancias lo más trágica posible. Fuck, no puedo colocar eso como ejemplo si no lloré cuando mi abuela falleció, ¿no? Al menos se entiende lo que intento explicar.

El Viernes sí me fui al carajo, como muy bien lo predije -a la mierda la PSU, debería ser pitonisa-. Pero no por temas alimenticios, sino por una mala mezcla de estudiar hasta altas horas de la madrugada sin tener oportunidad de descansar y muchas pastillas a deshoras que me dejaron grogui. No podía mantenerme despierta y en mis cortos momentos de lucidez lo único que tenía eran muchos mareos -¡peor que haberme subido al barco pirata diez veces seguidas-. No sé cómo pasé desapercibida en las clases. Sé que mi aspecto era semejante al que tengo cuando estoy volada, sé que no podía caminar sin ayuda de Bellatrix porque mi equilibrio era un desastre, sé que mi hermano me fue a buscar al liceo porque no estaba capacitada para irme sola a casa. En otras palabras, I was pretty fucked up.

Estos dos últimos días me ayudaron a superar la etapa muy emo que estuve experimentando durante toda la semana por razones que la divina Providencia no ha querido revelarme. Continuaré con mi súper alimentación café-agua-téverde-cocacolazero cinco días y desayuno-almuerzo dos días hasta que me fastidie, lo cual no creo que ocurra pronto. En fin, al menos no tengo pruebas por las cuales preocuparme, pero sí una biografía que espera ser escrita antes del Jueves si no quiero que mi psicóloga se enoje.

Saudade.

PS: Finalmente tengo "la elegancia del erizo". Yay!

domingo, 28 de julio de 2013

Nobody loves no one.

Creo que, entre otras cosas, en la entrada anterior, debería haber aclarado que ninguno de los dos tiene alguna enfermedad de transmisión sexual por la cual preocuparse. Y que, ahora, puedo afirmar con total seguridad que no estoy embarazada. Después de toda la tensión a la que me vi sometida por el "estoy o no estoy", dudo que a futuro vaya a tener relaciones sin cuidarme; ha sido la semana más larga de mi vida, la incertidumbre es lo único capaz de destruirte por completo cuando tu hipersensibilidad se hace trizas con solo sentir náuseas.

Pero bueno... Experiencias son experiencias, y, supuestamente, de eso se aprende. Siempre y cuando uno quiera aprender, ya que a veces es mucho más sencillo -y/o tentador- tropezar con la misma piedra que salir airosa de la situación; le da un poco más de emoción a la vida. O, también, una termina enamorándose de la piedra, y eso ya es pecar de estupidez. 

En cualquier caso, y aunque alguien pueda pensar que soy una inconsecuente e irresponsable -lo cual sí fui-, si quedaba embarazada, mi solución era el aborto. A pesar de vivir en un país en donde el aborto es penado por la ley con ocho años de cárcel, yo no tenía un plan B para esa hipotética circunstancia, ni siquiera hacerme cargo de mi imprudencia, ya que, para mí, un bebe no viene por culpa de una calentura ni por una violación ni una falla en el anticonceptivo, un bebe viene porque los padres desean tenerlo, y, en mi caso, ni él ni yo nos acercamos a esa realidad. Por otra parte, debido a la inestabilidad mental que se me adjudica, he perdido mi independencia, la capacidad de tomar decisiones como a qué plan de salud pertenecer o cuándo irme de la casa de mis padres -no queda nada para que tenga que pedir un permiso notarial para respirar-, entonces, un embarazo en mi "estado" sería contraproducente a todo el tratamiento que he estado llevando, ya que un niño no es lo mismo que tomar alcohol durante una noche. Como sea, no estoy embarazada y eso es lo importante. 

No he hablado con Nicolás desde que tuvimos sexo. El Domingo estuve como loca, con ayuda de Bellatrix, buscando la bendita píldora y la receta y ¡ah! demasiada burocracia para algo tan sencillo, y no tenía ganas de llamarlo, ¿para qué? ¿decirle qué? "Hola, estoy histérica, no puedo conseguirme esta cosa y no sé si funcionará porque yo estoy tomando estas otras pastillas y..." No. Definitivamente no. Él tampoco llamó, y, sea por la razón que sea, se lo agradezco. El Lunes se iba a Chicago con su padre -regalo de cumpleaños de éste- para visitar a su hermana, entonces la comunicación ha sido imposible. Vuelve el Martes o Miércoles de esta semana, ahí veremos qué tan jodida ha quedado nuestra amistad, aunque no debería suceder nada, porque las cosas estaban claras. Nicolás tenía más miedo de que yo me enrollara al involucrarnos sexualmente, pero yo sigo pensando en que no lo puedo ver como una pareja romántica, así que, por este lado, las cosas están bien. No creo que él comience a fantasear de otra forma conmigo, pero sí puede haber un cambio por uno de los problemas que él tenía... Veremos, veremos.

Mi semana fue bastante larga. Infinita. Las probabilidades de estar embarazada fueron una causa de eso, pero también mi estado anímico afectó a que la sensación de vivir todo un año en un corto periodo de tiempo se prolongara haciéndome sentir pequeña en un mundo que avanzaba tan lentamente que yo me hartaba de existir, hasta el día Jueves que tuve un momento de distracción con mis amigas, aunque el tiempo seguía transcurriendo igual de lento... Incluso más.

Pensé muchas cosas, ya no me acuerdo ni de la mitad, pero estos fueron los tópicos que más se repitieron: Los hombres valen callampa, son todos iguales. No sé para qué sigo estudiando toda esta mierda. Qué paja respirar. Los hombres no son todos iguales, eso fue una generalización estúpida. God, mi útero está en llamas. En fin. La mayoría de todos mis pensamientos se fueron al canasto de "hueás que no valen ni un centavo y no merecen ser pensadas nuevamente". Vamos por punto.

Lo de los hombres, siendo sincera, no lo creo. Son cosas que una tiende a decir porque está enojada -y ni siquiera me afectaba de manera directa el tema- y se deja llevar por los impulsos mentales. Que hay sacos de bolas rebotando por ahí, es verdad, pero que la gran mayoría sea como ellos, es una falacia.

Las hormonas te hacen ver la vida de manera más siniestra de lo que es. Y mi útero ardía dentro de mí, así que mis ganas de existir se veían reducidas a cero apenas abría los ojos luego de un extenso casi descanso. No quería estudiar. No quería levantarme. No quería salir de mi habitación. Si por mi fuera, me habría quedado comiendo -sí, comiendo- mientras veía películas románticas y me quejaba del dolor diciendo: "Maldita Eva pecadora". 

Ayer hubo una junta de primos en mi casa. Padres salieron con los más pequeños al cine mientras los mayores se descontrolaban en el mini antro en que se convirtió mi casa. Es gracioso usar el término "mayores" porque, sin contarme a mí, habían solo tres primas y el novio de una de éstas que eran mayores de edad; los demás, seis, se repartían entre los catorce y diecisiete años, concentrándose, sobre todo, en los quince.

Yo había visto a mi hermano ebrio. Volado, no. Ebrio, sí. Pero observarlo en esa condición me hizo reír, pero también preocuparme. Me dio miedo que se volviera dependiente de ese estado de felicidad que alcanza al estar con esas dos drogas en el cuerpo -no incluyo al cigarro porque, además de joderte los pulmones, no tiene otro efecto en ti-. Puede que haya sido un razonamiento de volada, no sé, sin embargo, de verdad me angustió la idea. Convivir con una persona y presenciar ese cambio de switch te deja marcando ocupado, sobre todo con mi hermano, que las cosas sí que le han salido difíciles. Ojalá sean solo paranoias mías.

Tengo planes para esta semana en lo que respecta a la comida. Me iré al carajo cuando ya sea Viernes, pero no es como que me importe.

Saudade.