domingo, 21 de julio de 2013

Like a virgin touched for the very first time.

No siempre tendré que recurrir al pasado para poder escribir y quedar conforme con lo que escribo. Padre suele decir que todo debe estar en un contexto y eso es lo que explicaré ahora.

En mi tiempo internada en la clínica de descanso -ajá- tuve, como dijo el enfermero, un "affaire" con uno de los pacientes. Definiré ese affaire según lo que ellos pudieron ver: besos. Por otra parte, y yo tampoco quiero salirme de ese concepto tan bien utilizado, nuestros besos eran como de amores imposibles. Eso le daba el toque de película a la relación; estilo "los amantes del círculo polar" -recomendación para quien no la ha visto-. Nos encontrábamos en el taller de trabajos manuales aprovechándonos mutuamente en el poco tiempo que teníamos, él me tomaba la mano en el desayuno, tropezábamos en el jardín, y las eternas miradas... entre otras cosas.

Una de las cosas que será imposible de olvidar es cuando, una noche, a él le dieron ganas de mandar todo a la mierda, el tratamiento, lo que estaba haciendo con su vida, lo que "pasaba" entre nosotros. Yo lo intenté contener, ya que comprendía perfectamente ese sentimiento. Aposté todas las fichas amarillas y me arriesgué a tomarle la mano, él la esquivó y dijo que parara, que todo eso estaba mal. El dramatismo, muy bien enseñado de las películas, corrió por mis venas, y le sujeté firmemente la cara con mis manos:

 — ¿Quieres parar? Dale, paremos. Pero por lo menos despídete.

Y un beso selló lo que fue una despedida digna de los más cliché del cine. Toda una drama queen.

Durante la noche me quedé pensando en todo lo ocurrido. No quería ir a desayunar al día siguiente porque me encontraría con él, empero mi orgullo le ganó al sentimentalismo y con mi sonrisa habitual y un "muy buenos días" a todos los pacientes presentes me senté a tomar mi taza de café con leche. Una vez que terminé, decidí salir a fumar. ¿El destino? ¿Dios? ¿Yoda? ¿Mala suerte? ¿Magia negra? No lo sé, pero creo que todo confabuló en mi contra para que él también estuviera en el jardín, en un rincón aparte con otra paciente. Me invitó a unirme a ellos. Decliné su invitación con el decoro de una señorita como yo. Al rato se sentó a mi lado. No lo ignoré ni fui descortés, no obstante me limité a mantener la distancia. Días después culparía a la impulsividad por las siguientes palabras que pronunció.

Me gustaría hacer el amor contigo.

Dale. Quizás aquí algunas no entiendan o quizás piensen que es una exageración de mi parte el que él haya dicho "hacer el amor", pero esto es lo importante de su frase: Él llevó una vida sexual muy activa durante sus años anteriores, sexo casual casi todos los días -por no decir todos los días-, y siempre fue sexo, sexo, sexo. Cuando comenzó su rehabilitación, esto implicó, obviamente, un cambio en su mentalidad, y lo que él busca ahora es una mujer de la que se enamore locamente -y sea recíproco- y pueda, finalmente, hacer el amor. Solo una mujer de ese momento en adelante con quien pueda ser feliz. ¿Cursi, no? Bueno, admito que yo me derretí cuando me dijo eso, sin embargo, ahora, que puedo ver una perspectiva general de la situación, me da mucha risa. No me lo esperaba, no creía que él me viera de esa forma, no sabía que él quería hacer el amor con una virgen experta en calentar sopas en fiestas (tengo un magíster, eh).

Nada es para siempre. Y, si bien he aprendido más de la vida con la frase "nunca digas nunca", ese nada en casi se quedó, como cantan love of lesbian. El tiempo transcurrió y mi loco amor de otoño se evaporó debido a mi salida de la clínica psiquiátrica para enfrentarme al mundo real. Una semana más tarde, a él le tocaría hacer lo mismo. Nuestra despedida fue incómoda, irreal comparada a lo que "vivimos", demasiado formal; todos nos observaban, todos los que sabían lo que ocurrió entre nosotros, incluidos enfermeros. Quedamos en que yo lo llamaría a él porque mis horarios eran un desastre y no sabía cuándo me podría encontrar en casa.

Ay, qué bello todo... Hasta aquí. Nada es perfecto en esta historia. ¿Se han dado cuenta que en las películas siempre está ese algo que intenta separar las cosas -sí, soy una cosa y no una persona-? Bueno, en este caso, ese algo se llama Francisca. Puta Francisca... Espérenme, espérenme, me creo en el deber de aclarar que no sé si ésta Francisca es la misma Francisca que en este momento me hace la vida de puntitos por no saber quién demonios es, por lo que, quizás, toda la mierda y epítetos negativos que escriba sobre esta Francisca no se los merezca y sean producto de una confusión de personas y nombres, ¿bueno? Francisca de la clínica ingresó por bulimia. Simpática, inteligente, bonita, vividora de la vida, joven. Joder, si fuera hombre me la tiraría. Y cuando yo me fui, ella quedó ahí. Ingresó tres días antes de que yo me fuera -si es que la memoria no me falla- y al primer día se percató, por nuestras miradas, de lo de Nicolás y yo. Muy observadora, ¿no? Ahora ella, tal vez, es mi piedra en el zapato por las razones que prontamente procederé a explicar.

Nicolás fue libre un día Viernes. Martes lo llamé, aterrada. Me contestó su mamá: "Nicolás recién salió, creo que deberíamos darle un poco de tiempo para adaptarse primero, ¿no?" Ella fue muy amable, y era muy comprensible de su parte que me dijera eso. Me propuse una nueva fecha. En dos semanas más, Martes 09, lo llamaría. No obstante, días antes, algo increíble ocurrió. *fuegos artificiales, música dramática de fondo*.

Sábado 06 murió mi abuela materna. Madre estaba muy afectada y durante la mañana se estuvieron haciendo los preparativos para el velorio. Entre todo ese trance mi celular suena. Nicolás. Joder. Me fui al carajo. ¿Cómo estás? Pensaba llamarte el Martes y tú... ¿Qué tal va la realidad? Se me había perdido tu número y tuve que llamar a la clínica y la Pancha me lo dio. ¿Yo? Aquí, en el velorio de mi abuela. ¿Están mejor las cosas? Rutinaria, fome. ¿El Martes? Ok. No me acuerdo de todo, pero algo así fue la conversación: Una mismísima mierda de incomodidad. Lo que más vueltas me dio en la cabeza fue que Francisca no tenía mi número de casa, y mucho menos de celular. Después supe que él había llamado a mi casa, contestó madre, ella dio mi celular, él llamó. Sin embargo, aún está el misterio de cómo Francisca tenía mi número de casa.

Lo primero que hice después de esa llamada fue hiperventilar. Me comuniqué con una amiga, Bellatrix -la verán comentando de vez en cuando-. Y yo gritaba y me movía para todas partes y ¡joder! Ya no pensaba claramente y al carajo el razonamiento lógico, me volví una chicuela de catorce años que gritaba: ¡Me llamó! ¡Él me llamó!

Esa noche tenía una salida planificada hace mucho con unas amigas a Bellavista -sí, el mismo día que murió la persona que me crió durante toda mi infancia-. La mentira para engañar a mis padres fue la siguiente: "Mis amigas me tenían preparada una pijamada sorpresa por el inicio de las vacaciones de invierno y aprovechar de celebrar bien mi salida de la clínica". Permiso para salir asegurado. "Volveré mañana temprano para la misa y el funeral, en serio".

Siempre vamos las tres amigas al mismo lugar, haciendo previas donde podamos y donde el dinero nos alcance; no importa si después no tenemos cómo devolvernos, el requerimiento mínimo son los cigarros y el alcohol, de lo contrario, no somos nadie. Esa noche se nos unió el andante de una de ellas. Sinceramente, no me importaba si iba o no iba, yo solo quería reventarme.

Cuando yo carreteo, carreteo. En esta ocasión, desafortunadamente, no pudimos conseguirnos hierba, por lo que el alcohol -prohibido para mí por estar tomando las pastillas que me da la psiquiatra- fue el salvador de la noche. Labios rojos, zapatos altos, ropa provocativa sin necesidad de llegar al escote ni a la falda que apenas te tapa. Piscolas y cerveza para iniciar la noche. Seguridad en el caminar. Hombres que se dan vuelta para mirarte, devorándote con los ojos. Coquetería con quien te gustaría estar. Así nos vamos desenvolviendo por las calles de Bellavista hasta llegar al pub-discoteque que solemos frecuentar.

Se junta el dinero que tengamos y seguimos tomando. Y yo comienzo a recorrer con la mirada a mis posibles presas. Admito que me encanta cuando mi egocentrismo se eleva por los aires, cuando tengo el poder sobre un hombre solo con el movimiento de una cadera o alguna mirada; me fascina. 

Después de un rato en que estuvimos riéndonos al recordar viejas anécdotas, entramos a la discoteque. Siempre está la timidez inicial, sobre todo cuando vez que poca gente está bailando, pero a medida que pasa el tiempo y te dejas llevar por la música, puedes entrar en un descontrol interior. En estas ocasiones, con alcohol en el cuerpo, nunca tengo problemas para invitar a bailar a alguien, solo me acerco y él se deja llevar. Luego sigue el jugueteo, ¿beso o no beso? Pero siempre es mi juego y mis reglas. Si yo no quiero seguir bailando, me voy. Si yo quiero besarlo, lo beso. Si yo quiero algo más, algo más.

Me percato que está mi presa -me di cuenta que el término es horrible, ¡que alguien me golpee por favor! ¿qué demonios me creo?- dentro de la discoteque acompañado de un amigo. No bailan, se limitan a observar. Le pido a Bellatrix que me acompañe a pedirle que baile conmigo. No quiere. Después de rogarle, accede a acercarse, pero no a acompañarme, lo cual, creo, ya es algo. Con seguridad -y alcohol- me acerco a pedirle que baile conmigo. Horas más tarde terminamos en el segundo piso de la discoteque. Yo sobre él. Él con una erección del tamaño del largo de Chile. ¿Condones? En guardarropía. Game over.

Y así continúa la noche, hombre por hombre. Con quien yo desee. No con quien quiera estar conmigo, eso no funciona así. Personalmente, y lo admito, me encanta ser una perra con los hombres, retozar con el poder que conlleva la seducción en la mujer, saber dónde y cuándo tocar, es fantástico. Y más maravilloso es dejarlos frustrados, la mayoría, porque son idiotas. ¿Cómo demonios piensas tirarte a una mina que ni conoces sin condón? ¡Por favor!

Al día siguiente llegué tarde a la misa y, peor aún, me quedé dormida en el auto hasta cuando llegamos al cementerio para el entierro. No me retaron, ni siquiera me trataron con displicencia. Todo estuvo absolutamente normal; y yo decentemente vestida.

Durante la semana hablé con Nicolás. Su madre quería conocerme y quedamos en juntarnos en su casa el día Viernes. Joder. Joder. Joder. Mi trastorno esquizotípico de la personalidad tiene que ver con las relaciones sociales sin alcohol de por medio, claro. Traducido al español significa que soy un manojo de nervios, que tengo ideas bastante extrañas, las comparto y quedo como un extraterrestre visitando la tierra. Inadecuada. Por tanto, me dio mucho miedo toda la situación.

Con temor los días transcurrieron de forma mucho más veloz de lo normal, y cuando ya no lo creía posible, era Viernes. Me pasó a buscar en su auto en el metro en que acordamos -primera mentira a madre: me pasará a buscar su mamá-. Llegamos y en el departamento no había nadie, a excepción de la gente del aseo (2) que se encontraban en la cocina -segunda mentira a madre: estaremos con su mamá todo el tiempo-. Su cuidador nos dio nuestro espacio y nos dirigimos a un salón que pertenecía a la terraza. Conversamos. Solo conversamos. Como amigos que no se ven hace mucho tiempo y que tenían mucho que contarse pero la vergüenza inicial los cohibía un poco. Me invitó a su cumpleaños, que era el próximo Sábado, y con algo de escepticismo acepté. Luego, él comenzó a tocar la guitarra, a cantar. ¡Dios! Nunca nadie puede hacer algo con tanta pasión como él; se nota que le encanta la música, destila sinfonías con cada respiración y a mí me encantó verlo ahí, tan en lo suyo, tan... él.

Al rato llegaron su mamá y su hermana. Su madre fue muy acogedora, me preguntó por qué había estado en la clínica y todas las palabras que me dio fueron como un abrazo de apoyo que uno pocas veces espera recibir de un extraño. Su hermana fue más distante, pero es normal (nota: su hermana parecía modelo de alta costura, de esas que encuentras en Milán). Hablamos temas superficiales, qué estudiaba y qué quería estudiar. Ella terminó de fumar y se fue.

La madre de Nicolás comenzó a preguntarle sobre cómo había estado su día, cómo le había ido en la consulta con el doctor y otros temas de índole demasiado familiar. Me sentí incómoda. Quizás no debería estar ahí, pensé. Pero tampoco tenía por dónde salir. A Nicolás lo exaltaba un poco la situación porque lo único que quería era carretear y sentía que podría dominar cualquier cosa. Pero su madre -y también yo, internamente- pensaba lo contrario. Unos minutos más tarde llama el padre de Nicolás. Se creó una de dimes y diretes. Nicolás no quería hablar con su padre, pero finalmente cedió y lo hizo. Después de esta situación, su madre se fue a dormir. Vi a Nicolás mal, quise abrazarlo, decirle que todo iba a estar bien, que pronto iba a poder hacer todo lo que él quisiera. Pero no pude. Posteriormente, llegó padre a buscarme y nuevamente tuvimos una despedida fría e impersonal.

Al día siguiente (sábado) estaba de cumpleaños una amiga. Yo dije que no tomaría, pero las palabras se las lleva el viento. Terremotos y cervezas iban y venían. Estuvimos con mi amiga hasta las doce y minutos y luego nos trasladamos a otra fiesta. La única razón por la que íbamos a esa fiesta se llamaba tequila. Nada más. Tengo pocos recuerdos de esa noche, que el andante de mi amiga vomitó, que el hermano del andante de mi amiga era muy gruñón, que una compañera se puso a llorar y que dormí en un colchón. Eso es todo.

El día domingo tenía que ir a la Iglesia porque entregaban el cirio a la familia de mi abuela. Tuve que salir temprano de la casa del andante de mi amiga para poder llegar a la casa del Señor. Y seguía mareada. En la Iglesia gustan mucho de jugar con uno: que se paren, que se sienten, que se paren, que se sienten. Pues bien, eso me hizo peor y por poco me voy de bruces al suelo. Maravilloso. Y cuando lo único que yo deseaba era ir a mi casa, vamos al cementerio y luego a una comida familiar. Doblemente maravilloso.

Martes de esta semana la omitiré. Ocurrieron eventos que debería narrar, ya que, emocionalmente, al menos ese día, me golpearon muy fuerte. Pero lo dejaremos de lado por el momento. Lo único que puedo rescatar en información de ese desgraciado día es que mis padres me dijeron que no iría al cumpleaños de Nicolás, sin embargo, a última hora, el reloj se dio vuelta y sí fui.

Sábado 20 - 01:00 de Domingo 21 Son la fecha. Sé que me he saltado el tema de Francisca. La verdad, me da lata hablar de ella, y quizás yo me estoy dando demasiadas vueltas en un asunto que es tan liso como una pared.

Fue una verdadera odisea llegar a casa de Nicolás. Mientras él vive en un extremo, yo vivo en el otro. Si tuviera auto, en veinticinco o treinta minutos habría llegado, pero con transporte público tuve que salir con dos horas de anticipación. Para mi mala suerte, nadie sabía dónde quedaba la dirección que yo tenía y, claro, eso era porque quedaba del otro lado de la costanera y ningún bus llegaba hasta allá. Sí, y yo soy más Yuyín todavía, porque de puso a llover a cántaros, ¡incluso granizos cayeron! Llamé a Nicolás para que me rescatara de la situación. Me subí en su auto y pasamos a buscar a otro de sus amigos.

Cuando llegamos, me bajé, lo abracé y deseé un "feliz cumpleaños" como se merecía. Le advertí que el regalo no era un libro, "un CD" dijo él, pero yo bromeando le respondí: "No te ilusiones tanto, es de Justin Bieber". Se rió y nos dirigimos a los ascensores. Segundo piso y yo ya me estaba poniendo histérica. Salimos y tocamos la puerta. Nicolás y yo fuimos los últimos en entrar, él me elogió la chaqueta de cuero que llevaba puesta y me tranquilizó frente a lo que me tocaba hacer: saludar a toda la gente presente. Sus familiares, por supuesto. Todos muy amables. Luego salí y saludé a sus amigos, me quedé el resto de la velada con ellos, pasaba más desapercibida y podía conversar más acerca de universidades, tomas, liceos, PSU, y ese tipo de cosas, a pesar de que para ellos eso fuera prácticamente cosa del pasado.

Nicolás y sus amigos se pusieron a tocar. Me encanta observarle los dedos a la gente mientras toca la guitarra o el piano, es algo que, no sé, encuentro espectacular por la experticia que parecen tener. Simplemente fantástico.

Yo le tenía dos regalos a Nicolás: 

1. CD de B.B. king + Una carta. 
2. Un regalo broma que consistía en un baby doll rojo. 

Cuando tuve que darle el segundo, el cual, obviamente, no sacó de mi bolso a pesar de estar envuelto en papel, me dio mucha vergüenza. Mis mejillas no podían más de lo rojas que estaban, pero, como mantra, me repetía incesantemente "c a r p e d i e m". Él se rió e hizo el ilustre comentario de: "Recién ahora estoy empezando a pasarlo bien en mi cumpleaños". Claro, a esas alturas estaba convertida en un verdadero farolito de navidad y él disfrutaba de mi vergüenza.

El tiempo pasó y la gente se fue yendo. Nicolás y yo prolongamos, inconscientemente, el momento que teníamos. Me invitó a alojar, pero yo le respondí que tenía que pedirle permiso a su madre primero, era demasiado intrusivo llegar y quedarme. Entre tantas vueltas que nos dimos -y que mi padre negó tajantemente vía mensaje de texto por ser "poco serio" y que "no tenía control"- acordé coYn decirle a padre que me fuera a buscar a las 02:30.

Fuimos a dejar al amigo de Nicolás y a su cuidador de día a Plaza Italia y luego volvimos al departamento. Quedamos solos y comenzamos a fumar. Él me miró. Yo lo miré. Nos reímos. Yo al recordar la vergüenza por el segundo regalo, él por... ¡Dios sabe qué! Su madre se presenta y nos dice que fumemos adentro para estar más cómodos, Nicolás responde que es el último y que luego descansaríamos. Ella se retira. Silencio absoluto.

Estaba pensando...

¿Ah?

Espérame, déjame pensarlo bien... Estaba pensando que podríamos regalonear un rato, ¿te tinca? 

Hm, bueno. Respondí no del todo segura.

Nótece, él dijo regalonear. Y aquí quiero detenerme. Yo no entiendo indirectas. A mí me pueden hacer una casa de madera con todos los palos que me tiran y yo no voy a entender. Cuando él dijo "regalonear", yo lo tomé como eso: estar en su cama, tal vez con algunas corridas de mano y ese tipo de cosas, pero nada más. Nada más. Y quizás él también lo pensó así en un momento, o quizás no. Lo que sí sé es que las cosas se salieron de control. Le pregunté dónde estaba el baño y dónde estaba su habitación, porque era obvio que ahí íbamos a "regalonear". Algo importante con respecto a su dormitorio: tiene dos camas, una para él y otra para su cuidadora. Así qué imagínense la situación en la que nos encontrábamos. En cualquier momento ella podía entrar y... fuck.

Cuando salí del baño y lo reconocí en su dormitorio, me acerqué. Él se sentó en su cama y apoyó su cabeza en mi pecho. Me saqué la chaqueta de cuero porque molestaba en la situación. Me besó el pecho y el cuello mientras sus manos subían por debajo de mi polera. Llegó a la parte de mis senos y levantó el brassier y... joder, aquí me fui al carajo, porque, como bien dijo mi amiga, es mi parte sensible...

¿En serio quieren que les detalle cómo fue todo? Yo no tengo problemas en hacerlo, pero le tendría que cambiar el nombre al blog por Cincuenta Sombras de Cassie, aunque si de novela erótica se trata... en fin, le dedicaría otra entrada. Además, hay que editar ésta, que la he escrito a la rápida y debe estar horrorosa.

Les resumo: Ya no soy virgen. Me queda solo el alma pura -ajá-.

Lo bueno: Estuvo bien. Fue como amigos.

Lo malo: Duele a horrores, al menos la primera vez, por delante y por detrás. No sé si porque soy muy estrecha o él es muy grande, no lo sé, joder. Masturbación y sexo oral, bien, ¡wow!

Otra cosa mala y aquí me van a matar: No nos cuidamos.

Con respecto al último punto escrito y por el cual me podrían matar, informo que me he tomado la pastilla del día después y ¡recen por mí! 

 Saudade.

*Nota: Esta entrada está sujeta a modificaciones. Hay mucho que ordenar, destacar, colorear y agregar. Por su atención y comprensión, muchas gracias.

7 comentarios:

  1. sólo puedo decir joder! por qué $#%$#%$%$ no te cuidaste?!!! . Yo dejé de ser virgen el año pasado (super vieja, pero quería que fuera con alguien especial), también con un "amigo" , fue genial, pero sí, duele un montón (estuve como 4 días adolorida). No sé cómo le haces, pero nosotros usamos condón y aún así estuve nerviosa (estúpidamente), hasta qeu me llegó la regla. Obvio que rezaré por ti! y me alegro que lo hayas pasado bien y que hayan sabido separar lo de amigos con el sexo, yo no pude y es un asco.

    saludos

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  2. Wou tu si que tienes una historia de amor, siempre e querido pasar por una pero nunca duran mucho tiempo ni soy muy significativas, yo aun soy virgen aveces me da pena decirlo ya todos tuvieron su primera ves a esta edad menos yo :/, bueno hermosa cuidate nos leemos.

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  3. *introducir malas bromas con contenido sexual*
    CASS U DID THE SEX
    Noté que tienes como dos facetas, cuando tomas alcohol y cuando estás sobria, no? Interesante. Qué sexy.
    Te lo irán a decir mucho y la verdad es que no sé ni para qué lo digo si tengo 0 experiencia, pero sí, ¡debieron de haberse cuidado! Esperemos que Yoda haga lo suyo y nos ayude, pero el cabro siempre lo hace, así que estarás bien.
    Sólo espero que estés contenta con esto de ~ya no ser virgen~, y disfrutes lo que quizás venga después *carita pervertida*
    ¡Nos hablamos!

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  4. Pffff, espero que por lo menos se sigan hablando ahahaha, COMO NO TE VAS A CUIDAR MUJER! y él es un pinche idiota, omg SISISI que lo es. OJO, no es cuestión de un embarazo si no que hay muchas otras cosas también. U know, no te voy a dar la charla berreta de siempre.
    Ah y bueno, yo no lo hice por otras, no lo dejaría, i dont know, pero por adelante la pase bien, no dolío tanto y eso que para mi conocer (soy buena calentando la pava y eh tocado bastante) la tenía a BIG ahahahahahaa
    Eres muy parecida a mi, like that. Así que un gusto tenerte en mi vida ... hugs ☻♥

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  5. Anónimo12:29:00

    Seguiré comentando las entradas, because I can.

    Ya te lo dije todo, gurl, If i see you walking down the street like that, i don't give a shit, i could totally bang you! Me gustaría ver éste cambio de facetas tuyas, querida: ver a la inocente Cassie sobria y luego a ésta cazadora de hombres en acción. Espero hacerlo antes de morir.

    Sobre lo otro... Si, debieron cuidarse, I mean, vi "Contacto" y me traumé con la cantidad de ETS y hueóna, no. .______. Aparte que no eran nada agraciados para la vista. D: Mis pobres ojos vírgenes se traumaron al ver aparatos reproductores masculinos, sobretodo yo, una pobre lesbiana falobfóbica. Nah, apart from that, YOU DID THE SEX. $_____$

    Fifty Shades of Cassie. 1331.

    Wednesday ~

    Side note: Como que so la típica hueóna que comenta hueás y rompe la seriedad de las entradas. Don't fucking kill me, sistah.

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    1. Anónimo12:49:00

      Oh, olvidé algo.
      WANKY.

      Wednesday ~

      Side note: Es una palabra que dice Santana cuando algo es... Hot. 1331.

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    2. Hahahahaha, también vi el programa de contacto y me gustó mucho toda la información que entregaron. En mi liceo prosalud va a dar ese tipo de charlas, no tan explícitas, pero bueno... Es lo que hay.

      Hahahaha, me haces mucho reír. (':

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